Keiko
Furukura tiene 36 años y está soltera. De hecho, nunca ha tenido pareja. Desde
que abandonó a su tradicional familia para mudarse a Tokio, trabaja a tiempo
parcial como dependienta de una konbini, un supermercado japonés abierto las 24
horas del día. Siempre ha sentido que no encajaba en la sociedad, pero en la
tienda ha encontrado un mundo predecible, gobernado por un manual que dicta a
los trabajadores cómo actuar y qué decir. Ha conseguido lograr esa normalidad
que la sociedad le reclama: todos quieren ver a Keiko formar un hogar, seguir
un camino convencional que la convierta, a sus ojos, en una adulta. Con esta
visión hilarante de las expectativas de la sociedad hacia las mujeres solteras,
Sayaka Murata se ha consagrado como la nueva voz de la literatura japonesa.
La autora
Sayaka Murata es una de las voces contemporáneas más
interesantes de Japón. Su obra ha aparecido en la prestigiosa revista literaria
Granta y en 2016 fue Mujer del año
según Vogue. Su décima novela, La dependienta, constituye su debut en
el mercado internacional gracias al premio literario más prestigioso de Japón,
el Akutagawa, que celebra voces tan importantes como la del premio Novel Kenzaburó
Öe.
Impresiones
Hoy os
traigo la reseña de La dependienta, lectura conjunta en la que he participado
gracias a Laky de Libros que hay que leer y a la editorial Duomo que
organizaron el sorteo y la posterior lectura.
Tengo
que reconocer que no soy muy fan de las novelas japonesas y que si participe en
esta lectura conjunta fue por salir de mi zona de confort y porque había leído
que esta novela era “absurda, cómica, audaz…” y una crítica social a la
sociedad japonesa y eso no se lo discuto. No sé cómo es en realidad esa sociedad,
pero me ha dejado ojiplática algunos comentarios que la protagonista y sus “amigos/conocidos”
hacen; por ejemplo, que el papel de una mujer es casarse y tener hijos y que
solo se ve bien visto que trabaje por horas una vez que se ha casado o que
incluso que deje el trabajo para cuidar de los niños, me ha parecido algo
machista y la verdad es que no lo esperaba.
La protagonista es todo un personaje, una mujer de treinta seis años que
no tiene muchas aspiraciones, salvo trabajar en una tienda ya que el orden y el
control que hay que llevar en ese trabajo le da paz, no lo dicen, pero tiene,
creo yo, una patología que podría encuadrar en el autismo, no se relaciona de
manera “normal” con el resto de personas que la rodean, no empatiza, no
entiende ciertos sentimientos, …
Es una
novela que se lee muy bien, que se coge cariño a la protagonista, a Keiko, y
eso que es algo rara, pero ella intenta encajar en un mundo que no la comprende.
Es una crítica social a la sociedad algo machista de Japón, pero es una
historia en la que realmente no pasa nada, vamos viendo los sentimientos de
Keiko cuando se enfrenta al mundo que hay una vez que sale de su querida
tienda, un mundo que espera que se case, tenga hijos o un trabajo más estable y
que si no lo hace no es bien vista y ella quiere integrarse en ese mundo y lo
intenta, si lo consigue no os lo cuento, para ello tendréis que leer la novela.
Para mí no es la novela del año, pero me ha parecido entretenida, con una
narración fluida y ágil con algún toque de humor y algo de surrealismo.
3 estrellas en Goodreads.
Nos
leemos,
Ayla