Restos mortales, de Donna Leon

El infalible comisario Brunetti necesita unas vacaciones. Así se lo ha recomendado su doctora y también insiste en ello su esposa Paola, que finalmente convence a su marido para que se vaya una temporada a una casa familiar en San Erasmo, la isla más grande de la laguna veneciana. El comisario tiene pensado pasar unas semanas casi en plena soledad, leyendo libros y haciendo el tipo de trabajo manual que le ayude a mantener la cabeza alejada de la oficina. Una vez allí, Brunetti entabla amistad con Davide Casati, el hombre encargado de cuidar la casa, un tipo duro y peculiar al que sólo parece haber una cosa que le preocupa desde la muerte de su mujer: el cuidado de sus abejas, que misteriosamente están desapareciendo a causa de algún extraño fenómeno que afecta a toda la zona. Cuando Casati, que conoce cada una de las islas al milímetro y es un experto navegante, aparece ahogado en las aguas de la laguna, Brunetti pondrá a su equipo a resolver un asunto que implica a una gran empresa dedicada al manejo de residuos tóxicos y que podría poner en peligro el equilibrio natural del ecosistema.

La autora

Donna Leon Nació en Nueva Jersey el 28 de septiembre de 1942. En 1965 estudió en Perugia y Siena. Continuó en el extranjero y trabajó como guía turística en Roma, como redactora de textos publicitarios en Londres y como profesora en distintas escuelas norteamericanas en Europa y en Asia (Irán, China y Arabia Saudita). Protagonizadas por el comisario Brunetti, ha publicado, siempre en Seix Barral, las novelas Muerte en La Fenice (1992), que obtuvo el prestigioso Premio Suntory a la mejor novela de intriga, Muerte en un país extraño (1993), Vestido para la muerte (1994), Muerte y juicio (1995), Acqua alta (1996), Mientras dormían (1997), Nobleza obliga (1998), El peor remedio (1999), Amigos en las altas esferas (2000) ―Premio CWA Macallan Silver Dagger―, Un mar de problemas (2001), Malas artes (2002), Justicia uniforme (2003), Pruebas falsas (2004), Piedras ensangrentadas (2005), Veneno de cristal (2006), Líbranos del bien (2007), La chica de sus sueños (2008), La otra cara de la verdad (2009), Cuestión de fe (2010), Testamento mortal (2011) y La palabra se hizo carne (2012). Es también autora del libro de ensayos Sin Brunetti (Seix Barral, 2006) y prologuista de la atípica guía Paseos por Venecia (Seix Barral, 2008). Sus libros, traducidos a veintiséis idiomas, incluido el chino, son un fenómeno de crítica y ventas en toda Europa y Estados Unidos. Desde 1981 reside en Venecia.

Mis impresiones

Esta novela hace nada menos que la veintiséis aventura del comisario Brunetti. Llevo leyendo sus aventuras desde hace años; son libros entretenidos, de ágil lectura y en los que se nos presenta un crimen del que se va a ocupar Brunetti y su equipo.

En este caso, vamos a ver al comisario un poco estresado por lo que se va a coger unos días de descanso en la casa de un familiar de su mujer en la isla de San Erasmo. Allí conoce a Davide Casati, un hombre ya jubilado al que le preocupa sus abejas, las cuales se están muriendo, y el medio ambiente.  Cuando Casati, que conoce cada una de las islas y es un experto navegante, aparece ahogado en las aguas de la laguna, Brunetti no se cree que sea un accidente y va a investigar su muerte. Pondrá a su equipo a investigar dicho asunto, el cual implica a una gran empresa dedicada al manejo de residuos tóxicos que podría poner en peligro el equilibrio natural del ecosistema.

No vamos a encontrar el crimen hasta la mitad del libro, por lo que dicha primera mitad es una crítica a como se está deteriorando Venecia y sus lagunas sin que nadie haga nada.  Donna León no hace más que recalcar el peligro que eso supone para la ciudad y su ecosistema, y que a pesar de algún que otro proyecto para sanar las aguas, nadie hace nada. Toda la novela es una crítica a como el estado italiano y en concreto el ayuntamiento de Venecia, permiten que se deteriore la ciudad.

Bajo mi punto de vista, el crimen es lo de menos en la novela. Pone más énfasis en denunciar el deterioro del ecosistema veneciano. Y aunque me ha parecido entretenido, me esperaba más. Se enrolla mucho en la crítica y deja un poco de lado el crimen, el cual se resuelve bien, pero me ha faltado un poco de lo que estoy acostumbrada en sus novelas.

Aplaudo a la autora por denunciar el deterioro que sufre Venecia, pero es verdad que cuando leo un libro de este comisario me apetece encontrarme con su familiar estilo.

De todos los libros que he leído de este comisario, es el que menos me ha gustado. Se salva porque es entretenido (menos que otros, también hay que decirlo), está bien escrito y sobre todo porque a Brunetti le tengo cierto cariño. Aunque me ha faltado un poco más de Paola, su mujer, y de sus compañeros de aventuras (Lorenzo Vianello, Roberto Pucetti, Claudia Griffoni, Electra Zorri, Ettore Rizzardi e incluso de teniente Scarpa y Vicequestore Patta), que aunque salen, lo hacen poco.

También he echado en falta la oferta gastronómica que podemos encontrar en la ciudad a través de las comidas que Paola hace para su familia y  las que Brunetti toma cuando está de servicio en los bares y tratrorias; para mí un referente de los libros de Donna León. Siempre me entran unas ganas locas de comer comida italiana ¿no os pasa?

Si va a ser el primer libro de esta autora que vais a leer, no lo recomiendo, tiene novelas protagonizadas por Brunetti mucho mejores. Si sois como yo y tenéis cariño a este carismático comisario veneciano, sí que os recomiendo leerlo pero aviso que no os vais a encontrar una novela como las que nos tiene acostumbrados  esta autora, os puede decepcionar.

Nos leemos,

Ayla