El síndrome E
Un
hecho muy extraño altera el verano de la teniente de la policía de Lille Lucie
Hennebelle: un ex amante suyo se ha quedado ciego cuando visionaba un
cortometraje que acababa de comprar al hijo de un coleccionista recientemente
fallecido. Una película, muda, anónima, con un toque malsano, diabólico y
enigmático. A trescientos kilómetros de distancia, el comisario Franck Sharko,
de la policía criminal, acepta volver al servicio bajo la presión de sus jefes,
tras haber abandonado el departamento. Se han hallado cinco cadáveres a dos
metros bajo tierra que resultan imposibles de identificar, ya que tienen las
manos cortadas, la cabeza abierta y cerebro, dientes y ojos extraídos. Al
tiempo que Lucie descubre los horrores que oculta la película, una misteriosa
llamada le informa de la relación entre el filme y la historia de los cinco
cadáveres, y hace que Lucie y Sharko, dos seres absolutamente distintos, y
quizás por ello tan cercanos, se encuentren para investigar lo que parece el
mismo caso.
Gataca
Un
padre infanticida apuñalado en su coche en el bosque de Vincennes. El cadáver
de una estudiante de biología descubierto en la jaula de un primate,
aparentemente asesinada por uno de los animales. Los restos de una familia de
neandertales a los que mató un cromañón hallados en una grieta en la cumbre de
un macizo alpino. El asesino de niños Grégory Carnot encontrado muerto en su
celda. Un médico obstetra que investiga sobre genética salvajemente asesinado
en su domicilio de Montmartre. ¿Qué invisible hilo une estos crímenes atroces,
cometidos con 30.000 años de diferencia?
Destrozada por una terrible pérdida, devorada y espoleada por el odio, Lucie
Henebelle se lanza sobre la pista de los asesinos junto a Franck Sharko,
igualmente incapaz de olvidar la terrible experiencia vivida. Una investigación
que, a través de la genética, les conducirá a las raíces del mal.
El autor
Autor
francés, Franck Thilliez estudió Ingeniería Informática y trabajó
durante varios años para la multinacional Sollac Dunkerque, hasta que en 2005
decidió dedicarse por completo a la literatura.
Thilliez ha practicado desde sus inicios el género negro, dentro de la
variante europea conocida como polar. Sus primeras novelas fueron bien acogidas
pero el éxito le llegó con su tercer libro, La Chambre des morts,
con el que recibió los premios Quais du polar y el SNCF al mejor
polar francés. Desde ese momento, Thilliez decidió dedicarse a la
literatura y ha publicado obras tan conocidas como El ángel rojo, Gataca,
Atomka o Paranoia.
Además, Thilliez ha sido guionista y en 2007 La Chambre des morts
fue llevada al cine por el director Alfred Lot.
Impresiones
Hoy os
traigo una reseña doble. Ya que forma parte de un díptico que el propio autor
utiliza para reflexionar acerca del tema de la violencia. Ya nos lo dice el mismo
a modo de conclusión. En El síndrome E
le interesa la violencia en nuestra sociedad y la manera en que se extiende
entre los individuos, como es posible influenciar el cerebro para obtener
diferentes reacciones. Y con Gataca
aborda el eje cronológico de la violencia, como nuestros propios genes, que
vienen de antiguo, influyen en nuestra vida, todo está en nuestra herencia genética.
Antes
de hablar de estas novelas en cuestión, voy a poneros en antecedentes.
Conocemos
a Franck Sharko en El ángel rojo. Es comisario en la
Dirección Central de Policía Judicial. Le apodan Shark (tiburón). Le gusta su
profesión. En Luto de Miel ha pasado
varios años, Sharko ha estado retirado, trabajando en una juguetería, pero algo
truca su felicidad y volvemos a encontrarlo en la Policía.
Lucie Henebelle es teniente de la policía en Lillie, ha ganado
un ascenso tras colaborar en un caso de crímenes rituales (La chambre des mort, no traducida). Es soltera y madre de gemelas.
El síndrome E es la primera novela donde estos dos personajes
se encuentran por primera vez (van 4 publicadas con estos protagonistas, la 5,
Pandemia, se publica en septiembre).
Sharko
tras recuperarse de una enfermedad (es esquizofrénico), ha vuelto a la policía
y trabaja como analista del comportamiento. Es licenciado en psicocriminilogía. Su antiguo
jefe, Leclerc le propone trabajar como analista llevando casos no resueltos de crímenes
violentos, teóricamente sin abandonar el despacho.
Aparecen
5 cadáveres con el cráneo serrado y los ojos extraídos en Notre-Dame-de
Gravenchon. Sharko será el encargado de
su investigación.
Lucie
recibe la llamada de un antiguo novio que ha quedado ciego mientras veía una película
antigua. No podrá resistirse a investigarlo.
Los
caminos de ambos se van a cruzar. Todo parece estar relacionado.
En esta
novela la trama gira entorno a la violencia y como a través de imágenes se
puede influenciar en la mente de las personas creando individuos violentos. Nos
habla de los secretos de la mente humana, del funcionamiento del cerebro y del
origen de la violencia.
Con un
ritmo vertiginoso, ágil, y una prosa sencilla con abundantes diálogos, crea una
trama llena de acción, tensión y un final de impacto que hace que no puedas
dejar de leerlo y de continuar con su segunda parte, Gataca, novela tan impactante como la primera.
En Gataca, tras el final impactante con el
que nos sorprende el autor en la primera novela, vamos a encontrar a Lucie y a
Sharko, destrozados y hundidos. Sus caminos se vuelven a encontrar. ¿Qué relación
tiene la muerte de Èva Lunt, estudiante de biología, con la muerte a manos de
un Cromagnon de una familia de Neaderthales hace 30.000 años? ¿Y con la muerte
en su casa de un médico obstetra interesando en genética? ¿Y con el suicidio de
un asesino de niños en su celda? Sharko y Lucie, cada uno por su cuenta
empiezan a investigar estas muertes, y lo que van a encontrar es sorprendente.
En Gataca, la biología, la antropología,
la paleontología, la paleogenética… van a estar muy presentes. El autor sabe cómo
mezclar ciencia y misterio para crear un thriller lleno de acción, donde la
historia de nuestro código genético va a ser importante para la trama.
Con
prosa sencilla y fluida, capítulos cortos y mucho lenguaje científico nos va ir
dejando varias pistas hasta el desenlace final que hace que todo cuadre y nos
deje con la boca abierta, teniendo ganas de más.
En
ambas novelas la construcción de personajes es excelente; Sharko y Lucie están
bien perfilados y vamos a comprender su sufrimiento y sus contradicciones y ver
como sobreviven a pesar de sus demonios. Una pareja de detectives que no hay
que perderse.
Ambas
novelas me han gustado muchísimo. Las tenía echado el ojo desde hace tiempo,
pero no es hasta ahora cuando les he dado una oportunidad. Había leído Paranoia de este autor y fue una novela
que me gustó mucho. No ha sido hasta la publicación de Latidos, novela que gané en El
bingo de las 600.000 visitas de Tras la lluvia literaria, cuando me decidí a leer las anteriores entregas, ya
que lo recomendaban antes de leer la última publicación de esta serie. Y ha
sido un acierto. Recomiendo leer las anteriores antes de ponernos con la
última, pues así conocemos más la historia y la personalidad de estos dos
policías franceses, dos personajes que no dejan indiferentes.
Puede que,
si no te guste mucho la ciencia, te resulte un poco pesados estos libros, pues
el autor da muchas explicaciones científicas (imprescindibles para la trama) que
pueden no gustar, no es mi caso que me han gustado mucho. Siempre me ha gustado
mucho la biología y la historia, de hecho, estudie ciencias en el instituto.
Luego me decante por la Historia en la carrera, porque me encantaba la prehistoria,
sobre todo la evolución de las especies. Es verdad, que después de tener una
profesora de prehistoria mala en primero, me especialicé en arqueología e
historia antigua, pero siempre ha sido un tema que me ha gustado mucho, por lo
que Gataca me ha encantado, me he
reencontrado con un tema que me apasionaba y por lo tanto las explicaciones científicas
no me han aburrido.
Recomiendo
esta serie de libros, sobre todo a los amantes de los thrillers y la ciencia,
os vais a encontrar unas tramas adictivas con mucha acción de las que no vais a
poder despegar los ojos.
4 estrellas en Goodreads.
Nos
leemos,
Ayla